Trastornos de la conducta alimentaria: cuando la comida deja de ser solo comida
A veces, la comida deja de ser alimento y pasa a ser refugio, enemigo o medida de nuestro valor. Detrás de un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) no hay “falta de voluntad”, sino emociones intensas, exigencias internas, experiencias de dolor y un entorno que premia el control y ciertas estéticas.
Si te reconoces oscilando entre restricción y atracón, compensando con ejercicio o evitando planes por miedo a comer en público, no estás sola/o.
Qué está pasando
El cuerpo y la mente intentan protegerte. La restricción promete calma o “control”, pero activa más hambre, obsesión y culpa; el atracón trae alivio breve y refuerza el ciclo. No es que “te falte fuerza”, es que tu sistema aprendió a sobrevivir así. La terapia no busca “que comas perfecto”, sino recuperar seguridad y reconstruir una relación amable contigo y con la comida.
Señales a tener en cuenta
- Evitar comidas sociales o improvisadas.
- Clasificar alimentos como “buenos/malos”.
- Medir el día por calorías, báscula o espejo.
- Entrenar pese a lesión o agotamiento, o usar el ejercicio para “compensar”. (Si te identificas, pasa por Deporte y trastornos alimenticios: /blog/deporte-y-trastornos-alimenticios).
- Culpa al descansar o al comer algo “prohibido”.
- Rumiación constante y sensación de no estar nunca a la altura.
- Reglas rígidas que te aíslan o te quitan disfrute.
Mitos que te hacen daño (y por qué no son verdad)
- “Si me esfuerzo más, podré controlarlo”: la restricción extrema siempre empeora la obsesión y dispara atracones.
- “Mi valor depende de mi cuerpo”: no es tu talla la que te hace querible; son tus vínculos, tus valores y cómo te tratas.
- “El ejercicio arregla todo”: usado como castigo, aumenta culpa y desconexión. Mejor que sea cuidado, no penitencia.
Qué está intentando hacer el síntoma
Muchos TCA buscan calmar ansiedad, ordenar el caos o darte pertenencia y control en momentos difícilmente controlables. Entender esa función no justifica el dolor, pero nos da una llave: si identifico qué necesito, puedo construir alternativas que sí me cuidan.
Cómo trabajamos en terapia
Mapa amable de tu historia
Observamos cuándo apareció la conducta, qué función cumple hoy y qué la dispara (comentarios, redes, estrés, soledad). Sin juicio.Devolver seguridad al cuerpo
Ritmos regulares de sueño, comidas y descanso. Volvemos a lo básico para que la mente no viva en modo emergencia.Psicoeducación sencilla del ciclo restricción–atracón–culpa
Entender el ciclo baja culpa y aumenta agencia: tu cuerpo no “te sabotea”; te protege.Regulación emocional y autocompasión práctica
Respiración con exhalación larga, grounding, registro emocional simple (qué siento–qué necesito), habilidades para sostener ansiedad sin atacar al cuerpo.Imagen corporal y voz interna
Pasamos del escrutinio y la comparación a una relación de respeto: trato a mi cuerpo como “casa” aunque hoy no me encante el espejo. Trabajamos creencias (“si no soy X talla, no valgo”) y el contexto (comentarios, redes, entornos deportivos).Reconciliarte con el movimiento
Del castigo a la escucha corporal: descansos programados, entrenamientos por disfrute y salud, no por “compensar”. (Más en Deporte y trastornos alimenticios: /blog/deporte-y-trastornos-alimenticios).Trabajo en equipo cuando hace falta
Coordinación con nutrición. El objetivo: cuidarte de forma integral.
Kit de emergencia para momentos de impulsos
- Pausa y nombra: “hay ola de ansiedad; puedo atravesarla sin hacer daño a mi cuerpo”.
- Regula: 3 respiraciones 4–6 (inhalo 4, exhalo 6) y contacto con el entorno (3 cosas que veo, 2 que oigo, 1 que siento).
- Alternativa amable: beber agua o infusión, dar un paseo corto, ducharme, escribir 2–3 líneas sobre qué siento y qué necesito.
- Decide el siguiente paso de 5 minutos (no perfecto, solo posible).
Si te cuesta sostener la incertidumbre o aparecen rituales de comprobación, te ayudará Compulsiones y rituales: /blog/compulsiones-y-rituales. Si la sensación general es de caos, pasa por Sensación de descontrol: /blog/sensacion-de-descontrol.
Plan de 7 días para “aterrizar” (mínimos viables)
Día 1 — Regularidad suave: tres ingestas principales + 1–2 tentempiés (aunque “no te las hayas ganado”).
Día 2 — Redes sin disparadores: silencia cuentas que comparan o proponen dietas milagro.
Día 3 — Movimiento amable: 10–20 minutos por placer o bienestar (no compensación).
Día 4 — Lista de disparadores: anota 3 situaciones y 3 alternativas de cuidado.
Día 5 — Autodiálogo: sustituye “no tengo control” por “puedo cuidarme hoy de esta forma concreta”.
Día 6 — Plan social seguro: un café o paseo con alguien que no juzga.
Día 7 — Revisión realista: ¿qué te ayudó más? ¿qué ajustarás la próxima semana?
Pequeños pasos que te ayudarán
- Establecer comidas regulares aunque “no te las hayas ganado”.
- Silenciar cuentas que disparen comparación.
- Escribir tres emociones al día sin juzgarlas.
- Diseñar descansos programados que interrumpan la rumiación.
- Practicar “poner el tenedor abajo” 1–2 veces por comida para escuchar saciedad.
- Dejar de contar calorías 1 comida al día y, en su lugar, describir sensaciones (hambre/saciedad/placer).
Algunas preguntas
- “¿Y si recaigo?” Las recaídas son información, no fracaso. Ajustamos el plan y reforzamos apoyos.
- “¿Qué pasa si mi familia no entiende?” Trabajamos cómo explicar límites y qué necesitas (qué ayuda y qué no).
- “¿Qué hago con el espejo?” Reducimos chequeos, cambiamos el foco a sensaciones y practicamos gratitud corporal (lo que tu cuerpo te permite hacer hoy).
Una visión de futuro
La recuperación no va de “comer perfecto”, sino de reconciliarte contigo y con tu cuerpo. Es un proceso con avances, pausas y aprendizajes que se sostienen en el tiempo.
Si quieres avanzar a tu ritmo con guía práctica, puedes apoyarte en mi curso “Alimentación y Emociones”. Te acompaño a identificar disparadores emocionales, desmontar el ciclo restricción–atracón y crear un plan amable de autocuidado.
